viernes, 14 de mayo de 2010

Para Alba, estas son sus cuatro palabras:

(es necesario leer el relato anterior)

Pitillera, recuerdos, alcaravea y despojo

Correr no es de cobardes, aunque la sensación de huir de los problemas sea más real si la unes a la velocidad. Es por eso que me compre la moto. Por eso y porque mi padre siempre me explicaba cuando era pequeño como se ligó a mi madre gracias a su Montesa, complejo de Edipo dirían unos, complejo de inferioridad dirían otros, la cuestión es tener algún complejo que te sirva como excusa en cualquier momento.
Nunca me han gustado los estereotipos, creo que el simple hecho de verme clasificado con un grupo me asusta, es como sentir una responsabilidad que nadie te ha preguntado si quieres llevar contigo. De todas formas supongo que pertenezco al grupo de lo que no se sienten identificados con ningún grupo y eso es casi más frustrante que pertenecer a uno. Sin embargo ahora me tocaba ir de boda y no sólo eso, también me tocaba volver a ver al grupo y adoptar de nuevo el rol impuesto por la inercia inconsciente que crea la amistad duradera en el tiempo.
Los días fueron pasando sin pena ni gloria y la fecha se hizo realidad en el calendario. Había cuidado los detalles de esa forma desaliñada en que lo hacemos los que somos capaces de reflejar un pasotismo previamente controlado por cada uno de nuestros movimientos. Había escogido una camisa negra, sobria y elegante y una corbata lila, informal y moderna. Me había cortado el pelo dos días antes y estaba dispuesto a afeitarme con cuchilla tal y como le gustaba a Carla y tal y como nunca me afeitaba cuando estaba con Carla. Zapatos italianos y traje gris marengo, vestido como un auténtico gilipollas es cuando te das cuenta de que lo cómodo de llevar una sudadera no es el hecho de no tener que abrochar botones si no la libertad que te da el no ver en el espejo el peso de la responsabilidad de haberse hecho mayor.
El día anterior a la boda me llamó Laura para decirme que su papá había contratado una flota de autocares para los desplazamientos y que fuera puntual, a la mierda el numerito que tenía planeado de llegar con la moto al más puro estilo James Dean. Nos recogerían en Plaza Cataluña y nos llevarían directamente al convite en Sitges, la ceremonia quedaba reservada para familiares. Llamé a Luis para confirmar la información, Laura era capaz de dejarme tirado, pero parecía que la boda había amansado a la fiera y la información era correcta. Me miré por última vez en el espejo antes de salir de casa, las palabras de mi padre retumbaban en mi cabeza: “sólo te pido que puedas sentirte orgulloso cuando te mires al espejo”. El orgullo es un sentimiento sobrevalorado. Llené la pitillera de Nobel y cogí el metro dirección Plaza Cataluña.
Si hay algo peor que llevar traje es llevar traje en el metro. Allí estaba, cogido al palo, arqueando los hombros para evitar el roce de mis axilas y concentrado al máximo para sudar lo mínimo. Nueve interminables paradas, cinco ingleses borrachos, tres niños llorones y un acordeón después había conseguido llegar. De todas las veces que había quedado delante del Zurich nunca me había imaginado que acabaría haciéndolo para ir a una boda y mucho menos a la boda de Laura. Hacía un día estupendo, veinticuatro grados que pedían a gritos ser acompañados por una cerveza fría. En otra ocasión le hubiera comprado una lata a un moro sin ni siquiera regatearle pero hoy no era el día.
Pasan tres segundos antes de que la vea. Lleva un vestido negro ajustado, tan ajustado que me cuesta respirar. Tiene el pelo más largo que nunca, a juego con las piernas. Se ha puesto unos tacones discretos y lleva uno de esos bolsos de juguete…
-¡No me lo puedo creer!- Oigo gritar a alguien. Me giro y veo a Fede con su barba perfectamente recortada lanzándome un abrazo que accedo a recoger. Detrás de él viene Leo tan elegante como siempre.
-Hola Fede, se te ve genial.- Le digo con una sonrisa.
-Calla idiota, no juegues con mis sentimientos.
-¿Aún le aguantas estas bromas Leo? Me alegro de verte.- Le digo mientras nos damos un apretón.
-Que remedio hijo, si no fuera por el tiburón que tiene entre las piernas ya le hubiera dejado hace años.
-No seas grosero cariño.- Dice Fede con un ademán gestual inconfundible en él.
-Uy! Habló la estrecha.- Dice Leo imitando su gesto.
-Veo que el tiempo no os ha cambiado.
-Ni a ti, ni a ti. ¿Te estás follando a alguien o sigues haciéndote pajas pensando en Carla?- Me dice Fede levantando las cejas a la espera de una respuesta.
-Ehhh… si me estás preguntando si he venido solo, la respuesta es sí.-Le digo saliendo del paso.
-Esta boda promete. Mira ahí está Luis con la nueva y si no me equivoco la que hay detrás de esas tetas debe ser Patri y… ¡vaya! Menudo melenón que lleva Carla, estás jodido Raúl.- Me dice Leo apoyando su mano en mi hombro.
Y es verdad que lo estoy.
Me dejo llevar por ellos dos y nos dirigimos junto al resto. En los segundos que dura el trayecto también se les junta Sonia que al parecer estaba hablando por el móvil unos metros más alejada. Enciendo un cigarrillo y doy una calada larga y lenta de esas que te dan conciencia que el tabaco mata y que lo que mejor mata es el tiempo de espera. Dejo que Fede y Leo se adelanten, no se me da bien eso de romper el hielo.
En ese momento Luis nos ve y levanta su mano en un movimiento lateral y poniéndose de puntillas pese a no tener a nadie delante. Puedo leer en sus labios como pronuncia mi nombre comentando la jugada a los demás y el resto se gira hacia nosotros al unísono. En los siete pasos siguientes me dedico tres a levantar las cejas en forma de saludo y los cuatro últimos en disimular una sonrisa.
-Hola chicos.-Digo sin demasiado entusiasmo.
-Vaya si que nos has echado de menos.- Me dice Luis guiñándome un ojo.
-Ya sabes que sí.- le digo agradeciéndole la complicidad- Y bien, ¿no me vas a presentar a tu acompañante?
-Por supuesto.- Me dice mientras coge a la chica de la cintura.- Se llama Marlene y es francesa, no entiende ni papa de español así que no te esfuerces. Cariño, este es Raúl.
-Oh! Gaúl.- me da dos besos sin dejar de sonreír, de esos besos que no te llegan a tocar con el labio.
-Encantado- le digo- Luis no sabía que hablaras francés.
-Ni yo Raúl, ni yo.
Los dos nos echamos a reír y es en ese instante cuando cruzamos las miradas por primera vez.
-Hola Carla.- le digo.
-Hola Raúl.
No intentéis jamás saludar a una exnovia con dos besos, la sensación es parecida a estar en un concierto de Metallica con un disfraz de Pocoyó.
-¿Qué tal?- Le pregunto intentando recuperar la compostura.
-Bien, ¿y tú?
Pues yo hecho una mierda, nada ha vuelto a irme bien desde que rompimos y menos sabiendo que estás con un imbécil que no sabe hacerte reír porque lo único que sabe hacer es hablar de lo lameculos que es.
-Bien, estoy bien.-digo mientras disimulo un suspiro.
-Pues yo diría que estás genial.- dice Iván con su acento catalán- ¿Has ganado peso? Afeitado se te ve bien titu, muy bien.
-Ey… Iván. Será eso “titu”.
Nos interrumpe la bocina de un autocar y se me hace imposible no tener recuerdos de cuando era niño y venía un autocar Canals a buscarnos para ir de excursión. Lo que daría por cerrar los ojos y volver a ese momento.
-Es el nuestro.-dice Luis. – Todos arriba.
Y así lo hacemos. Subimos por la puerta delantera y ocupamos las primeras plazas. Sonia y Patri se sientan juntas procurando no arrugarse el vestido y tocándose el pelo la una y repasándose el maquillaje la otra. Carla e Iván toman asiento en el lado contrario, Carla en el lado del pasillo e Iván en la ventana. Iván parece absorto con los botones del aire acondicionado y Carla está colocando su asiento en posición vertical. Luis y Marlene se sientan detrás, prácticamente ella encima de él mientras se ríen a carcajadas. Yo me siento solo y me siento solo.
En cada plaza hay colocado meticulosamente un tarjetón con el menú. Carpaccio de frutos del mar con crema de melón dulce de entrante, risotto de setas de temporada al aroma de trufa negra de primero, medallones de ibérico perfumados con alcaravea de segundo y finalizamos con un sorbete de mandarina y mango. Tan pretencioso como había imaginado. Sólo espero que el melón sea realmente dulce de verdad que no puedo cuando un melón está pepino.
Durante la media hora que dura el trayecto hasta Sitges, nos han pasado un vídeo que Laura se ha encargado de montar dando todos los detalles de cómo, cuándo y qué hacer al llegar a lo que ella misma ha llamado el “Resort”. La organización me desestabiliza, vivo tan desordenado que me agobio al verme obligado a seguir unos pasos tan milimetrados. Para mí el cuatro no siempre va detrás del tres en cambio Laura parece haber nacido para dar órdenes, su sonrisa implacable y la manera en que pestañeaba cuando tocaba darle importancia a algún punto en concreto de la explicación, no han hecho más que hacerme sentir como un despojo. Iván ha aplaudido con fuerza al acabar el vídeo pero nadie le ha acompañado.
Bajamos del autocar sin prisa pero sin pausa. Me palpo los bolsillos y veo que me falta la pitillera. Vuelvo a entrar por la puerta trasera y veo que ya no queda nadie dentro. De camino a mi asiento me parece ver a Carla todavía sentada.
-¿Qué haces todavía aquí?- Le digo.
-Estoy embarazada.



Continuará... y acabará con las siguientes cuatro palabras.

(texto ilustrado por Iñaki http://igorri.blogspot.com/) 

8 comentarios:

  1. Otra vez buenísima!!!
    A ver si esta tarde me inspiro un poco!

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  2. Para cuando una novela?? jeje, sencillamente increíble... esperando la próxima con ansias, muaks

    Alba

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  3. Simplemente kojonudo... kiero saber el final ya!!!!!!!!!!para kuando???!

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  4. te dejo mis palabras

    turquesa, comadreja, desear, incendios

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  5. Dioooos!!! me mata la curiosidad, ¿para cuanto la tercera entrega?

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  6. Tio!!!

    No abandones esto! Esta genial, llevo enganchada desde que empezaste y no puedes dejarme sin más relatos. Además tienes una cita pendiente con el tercer relato...quiero saber que pasará entre Carla y Raúl.
    Porfavor...

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  7. ¿cuándo volverá la magia de la escritura?
    ¿Cuando... cuando arribará... la narración?
    De imaginación narrativa, de ideas puras
    De cuatro eslabones que sujetan de emoción...

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  8. Eres un crack!

    Normalmente no me gusta la primera persona pero lo haces tan bien que ni me doy cuenta de ello.
    Por otro lado te has implicado un poco mucho no?
    Si admites una crítica constructiva cuida un poco más la puntuación, pero sigue en tu estilo.

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